La Triple ‘A’ y el Triple Cambio

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He hablado en anteriores posts sobre lo que denomino la triple ‘A’: Autoconocimiento, Actitud y Acción. Ellas, mis tres ‘A’ son la razón de que Éxito se escriba con ‘A’. También me habréis leído haciendo apología del cambio, como único motor para el camino hacia la excelencia. De hecho, como dijo Darwin el cambio es necesario para la pura supervivencia: «Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio».

Como dijo Marcel Proust, aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia. Y es que nadie duda de que estamos en tiempos de cambios. Pero la buena noticia es que siempre han sido tiempos de cambios. Creemos estar en un momento único, pero la humanidad lleva millones de años evolucionado gracias al cambio. Un cambio deseado o un cambio impuesto. Un cambio progresivo o un cambio disruptivo. Y, en la mayoría de los casos, encontramos factores comunes, como la resistencia o el miedo.

Hoy me gustaría teorizar un poco más sobre el cambio, hablando de lo que considero son los tres tipos más importantes de cambio:

Abordaremos primero el punto más importante: el cambio interior, el cambio de nosotros mismos, el lanzamiento de una nueva versión de nosotros mismos. Para ello debemos partir de un elevado nivel de Autoconocimiento, como el que nos proporciona el DAFO Personal ®. A partir de este, iniciar el cambio interior será cuestión de interpretar el resultado. No me cansaré de repetir que tenemos dos caminos: focalizarnos en los puntos débiles e intentar minimizarlos, o focalizarnos en los puntos fuertes e intentar potenciarlos. Estoy convencido de que la segunda opción es la que nos da más probabilidades de éxito. La primera nos convertirá en una versión mejorada de nosotros mismos, la segunda, en la mejor versión posible.

A continuación hay que considerar el cambio en lo que nos rodea, el cambio hacia fuera, la fijación y el camino de la acción para alcanzar nuevos objetivos. Este cambio tiene mucho que ver con la Acción, con la fijación de objetivos, que como vimos, deben ser SMART (Específicos, Medibles, Alcanzables, Relevantes y ligados al Tiempo). Se trata de fijarse objetivos de cambio y hacer que estos pasen, en lugar de esperar a que simplemente pasen. De nuevo tienes una disyuntiva: qué asiento prefieres: el del copiloto o el del conductor. Estás claro cual considero que es el que te maximiza las probabilidades de éxito.

Finalmente, debemos saber gestionar los cambios imprevistos, aquellas situaciones quizás impuestas o simplemente casuales que nos cambian el escenario. Y aquí, al no poder escoger las cartas con la que jugamos esta manga, debemos sacar el máximo partido de ellas, y ello se consigue con una efectiva gestión de la Actitud. En cada cambio imprevisto la actitud adecuada, no existe una actitud universalmente correcta. Lo que si es óptimo es decidir nosotros la actitud con la que enfrentamos el cambio. Y esto sólo depende de nosotros. Recordemos que el que manda, está en nuestra cabeza.

 

Escrito por: Lluís Soldevila

Los equipos de éxito no están formados por los cerdos de la granja

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En una barca donde todos los remeros son zurdos y reman por el mismo lado lo único que hacen es dar vueltas en círculos. Esto mismo puede ocurrir si los integrantes de un equipo de innovación tienen todo el mismo perfil y realizan el mismo rol.

Una estrategia para definir equipos de innovación cuyos integrantes sean heterogéneos es utilizar la metodología del denominado “modelo de roles de equipo desarrollado por el británico Raymond Meredith Belbin. Este modelo define nueve tipos de roles organizados en tres grupos; y postula que en función de cómo están distribuidos estos roles entre sus miembros puede suponer el éxito o el fracaso del equipo. Lo que pretende es ayudar a definir equipos con un equilibrio global entre sus miembros al definir una distribución ideal de sus tareas y sus responsabilidades y estableciendo unas bases para incrementar su eficacia.

Los tres grupos de roles se denominan:

  • De Acción: son los que se ocupan de pasar a la acción, llevar a cabo y finalizar una tarea.
  • Mentales: son los que tienen el conocimiento y las competencias, la visión crítica y la creatividad para hacer una tarea.
  • Sociales: son los que se ocupan de cohesionar y coordinar el grupo, y del contacto con el exterior.

Por lo que respecta a los nueve roles que plantea el modelo de Belbin, estos son:

1. Impulsor.

Es quien genera ideas y que tiene potencial creativo. Normalmente tiene un pensamiento radical pero no se comunica bien. Como que continuamente está impulsando proyectos es enérgico, impulsivo y exigente; pero también puede ser agresivo y frustrarse si se siente incomprendido con sus visiones.

2. Implementador.

Es quien pone en práctica las ideas, el que las organiza para hacerlas viables. Es poco entusiasta del pensamiento radical, lento en percibir las cosas y tiende a analizarlo todo.

3. Finalizador.

Es quien garantiza la calidad y precisión del proyecto. Se centra en los detalles finales como la calidad, la facilidad de uso, etc. Tiende a controlarlo todo y se preocupa por los riesgos, esto puede suponer que delegue poco y sea desconfiado.

4. Creativo.

Es el imaginativo, innovador y resolutivo del equipo. Con una gran capacidad para enfrentarse a los problemas ofreciendo soluciones diferentes a menudo disruptivas. Tiende a ignorar el día a día y es poco práctico.

5. Especialista.

Es el experto en alguna disciplina clave del proyecto y un gran profesional. Es decidido, con iniciativa y se involucra seriamente aportando sus capacidades y sus conocimientos que, a menudo, no están al alcance de todos. Sus intereses en el proyecto son limitados y se ocupa de detalles técnicos. Suele ser individualista

6. Evaluador.

Es quién hace la crítica de las ideas y corta las líneas de desarrollo que no tienen viabilidad. Objetivo, pragmático y prudente. Con visión estratégica por lo que contempla todas las opciones y juzga con precisión, pero es escéptico y poco creativo.

7. Cohesionador.

Es quién organiza el equipo en torno a una idea y que se lleve adelante. Fomenta la cooperación entre los miembros y cohesiona el equipo. Considera importante mantener o restablecer la cohesión del grupo por lo que se preocupa por resolver los conflictos internos y hace de mediador.

8. Buscador de Recursos.

Es quién se ocupa de detectar oportunidades y movilizar los recursos necesarios para llevar a cabo los proyectos. Emprendedor, conoce quién, qué y dónde. Con facilidad para establecer contactos pero tiende a no terminar las tareas, a ser ilocalizable y aburrirse.

9. Coordinador.

Es quién define los objetivos y prioridades. Procura que todos los miembros del equipo participen en las discusiones y decisiones pero al final es quien decide en las situaciones donde no hay acuerdo. Tiende a ser manipulador y a no exponer su opinión.

ruedaComo vemos de la descripción los nueve roles son complementarios, pero a su vez también debido a sus características pueden entrar en conflicto entre ellos. Por este motivo es importante que el responsable del proyecto o del equipo conozca cual es el rol de cada uno y pueda actuar en consecuencia. Además si todos los integrantes conocen y entienden el rol de cada uno pueden actuar de forma constructiva y limar sus asperezas de forma profesional y adulta.

Los nueve roles se agrupan en los tres grupos citados al principio de la siguiente forma:

  • El grupo de Acción está formado por el Impulsor, el Implementador y el Finalizador.
  • El grupo Mental está formado por el Creativo, el Especialista y el Evaluador.
  • Y el grupo Social está formado por el Cohesionador, el Buscador de Recursos y el Coordinador.

 

Lo interesante de este modelo es que si determinamos para las personas que consideramos podrían formar parte de un equipo de innovación cuál es el rol (o roles) en el que se ubican de forma natural entonces podemos escoger aquellos miembros que a priori sean complementarios con lo que conseguimos la deseada heterogeneidad. Si no lo tuviésemos en cuenta y tuviésemos un grupo con solo creativos y buscadores de recursos entonces el proyecto no se acabaría nunca.

Considero que es una metodología a tener en cuenta que aunque no garantiza que el proyecto que el equipo va a desarrollar sea un éxito, sí que ayuda a que el equipo trabaje con eficiencia y eficacia.

Parafraseando a George Orwell: Si en tu equipo todos los animales son iguales, y algunos son más iguales que otros, entonces eso no es un equipo… Es una granja.

Escrito por: Gian-Lluís Ribechini

Éxito y Felicidad

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Estaremos de acuerdo en que los emprendedores buscan el éxito. La enciclopedia online Wikipedia describe éxito como “la consecución de un objetivo” mientras que la Real Academia Española (RAE) se refiere al mismo concepto como “el resultado feliz de un negocio o actuación”. Tanto un diccionario como el otro coinciden en la definición del éxito como la consecuencia de ver satisfecha una meta que, como hemos estado analizando a lo largo de este libro, es lo más parecido a lo que llamamos felicidad. Sustento esta relación en la idea de que el logro de un objetivo (éxito) nos conduce a una emoción positiva o placentera (felicidad). Por lo tanto, salvando el hecho de que el primer término suele estar emparentado al mundo material y el segundo a cuestiones más intrínsecas como las emociones, la felicidad es la consecuencia del éxito (o, por lo menos, una de ellas).

éxitoPero la búsqueda de la felicidad no es algo nuevo sino que ha sido una preocupación para los seres humanos desde los comienzos de la historia. En cualquier caso, creo que no existe una definición de felicidad general a todo el mundo puesto que cada uno de nosotros abanderamos, a través de nuestra experiencia, una combinación de objetivos y valores única. Así como podemos llegar al mismo lugar por diferentes caminos, cada uno puede (y debe) encontrar su propia manera de ser feliz haciendo aquello que le resulte satisfactorio. Sin embargo, existen ciertos aspectos generales de este estado de ánimo que es para todos igual como el hecho de que es analógica y continua y no digital y discreta. Con ello quiero decir que no tiene principio y fin sino que es un proceso que nos lleva toda la vida. Un camino acorde con nuestros valores que comienza con una decisión proactiva. Así es, salir de nuestra propia infelicidad pasa por un inevitable cambio en nuestro modus operandi de vida que no es apto para perezosos. Si no eres feliz, empezar a hacer aquellas cosas que sabes que tienes que hacer y dejar de hacer las que no contribuyen a tus propias cuotas de felicidad implica un cambio de paradigma en tu día a día. Por lo tanto, para no desfallecer en el intento debes tener una convicción firme que suavice el esfuerzo de todo lo nuevo que debes emprender. También, es importante tener conciencia de que este camino no es plano ni va en continua subida, como bien nos gustaría, sino que es un terreno escarpado trazado a través de montañas, llanos y barrancos. No obstante, lo importante no es cuan bajo o alto llegues sino que la media sea positiva y para ello los altos deben ser la norma y los bajos la excepción.

Además, debemos aprender a disfrutar de este camino puesto que de esta manera los resultados son siempre superiores. Es por ello que suelo acompañar mis clases con música y videos con los que intento impregnar de algo de felicidad a los alumnos porque los conocimientos de esta manera se quedan mejor impregnados. De hecho, remontándome a mis años de estudiante escolar mis mejores recuerdos provienen de algunas asignaturas que no pertenecen a mi área profesional. Así, en Historia tuve a un magnífico profesor que nos hacía reír y nos explicaba  su asignatura como quien cuenta un cuento. El resultado era óptimamente evidente: el promedio de calificación de la clase era mucho más elevado que en otras asignaturas ya que el camino de aprendizaje se basaba en la diversión. Y es que debemos desmitificar el dolor y silenciar  todas aquellas populares y obsoletas máximas como “la letra con sangre entra” que tanto daño nos hacen. Considero que la relativización del dolor es fundamental para dejar entrar a la felicidad en nuestra vida. “Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para evitar caer en la trampa de pensar que tienes algo que perder”, declaró Steve Jobs. El fundador de Apple tomó conciencia a raíz de la enfermedad que lo llevó a la muerte que no hemos venido al mundo a sufrir y que debemos disfrutar del camino a pesar del  esfuerzo y la perseverancia que exige.

exitooEn este sentido, recientemente leí un artículo del reconocido siquiatra Luis Rojas Marcos en el que asegura que el “sufrimiento ni te hace más sabio ni mejor persona”. Me decanto por este postulado ya que hay quienes opinan que cada golpe en la vida fortalece pero desde mi punto de vista esta visión es errónea. Personalmente considero que los verdaderos acicates de nuestro aprendizaje son las marcas que los golpes imprimen en cada uno de nosotros. En su último libro Secretos de la Felicidad (Espasa), el doctor explica que la felicidad viene en los genes y todos nacemos con la potencialidad para vivirla así que la actitud más inteligente es la de quien proactivamente decide aprender sin necesidad de que la vida lo golpee.

Por otro lado, la metodología nos indica que debemos hacer muchas cosas pequeñas que nos hagan felices, es decir, tener hábitos que nos conduzcan hacia la felicidad. Ya lo dijo Aristóteles, “somos lo que hacemos cada día”, de modo que la excelencia no es un acto sino un hábito. El zumo de naranja por la mañana, el momento de lectura antes de ir a dormir, ir a buscar a tu hijo al colegio…, pequeñas rutinas de felicidad de las que acabarás siendo inconscientemente competente. Esto te permitirá liberar memoria que quedará libre para llenarla con otros conocimientos. Por increíble que resulte, en estudios con enfermos terminales a los que les quedan 6 meses de vida muchos de los encuestados declaran que por primera vez se sienten vivos. Esto se debe a que, viendo la proximidad de la muerte, comienzan a apreciar las cosas simples de la vida como respirar, dar un paseo, la fragancia de una flor, el afecto de los familiares, etc. La felicidad es un camino que se construye mediante hábitos simples y satisfactorios como bien se retrata en el experimento “Haciendo feliz a Slough” dirigido por el psicólogo Richard Stevens. Después de 3 meses trabajando con 50 personas de la localidad de Slough (Reino Unido), los expertos identificaron 10 medidas para aumentar la felicidad. Así reza el dichoso decálogo:

1- Cuidar una planta o un animal.

2- Recordar cada día cinco cosas positivas de la vida.

3- Salir a caminar.

4- Hablar durante más tiempo con los seres queridos.

5- Llamar a un amigo que no se ha visto por mucho tiempo.

6- Reírse.

7- Realizar ejercicios por lo menos media hora al día, tres veces por semana.

8- Sonreír a personas desconocidas.

9- Reducir a la mitad el tiempo que se dedica a mirar televisión.

10- Realizar tareas en beneficio de la comunidad.

El resultado fue un éxito y los voluntarios notaron que al final del experimento habían incrementado notablemente sus niveles de felicidad.

Y por cierto, no puedo evitar que éxito se escribe con A.

Escrito por: Lluís Soldevila

La Realidad no es la que es

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Hay gente que decide cada mañana escoger las gafas rosas, de cristales rosa fucsia. La realidad es la misma, pero su visión de ella difiere en muchos grados.

Y aquí quiero proponerte un pequeño ejercicio. Acabo de decir que la realidad es la misma, y no estoy seguro al cien por cien de ello. Los físicos cuánticos aseguran que no es así, y que el sólo hecho de observar la realidad, ya la modifica. Sinceramente, el tema me resulta tan apasionante como complejo, y sigo intentando entender explicaciones teóricamente fáciles como la paradoja de Schrödinger y su ejemplo del gato. Yo te propongo tres escenarios. Con toda probabilidad te encontrarás en alguno de ellos:

  1. El universo y las embarazadas

¿Estás o has estado embarazada? En caso afirmativo, ¿puedes recordar que pasaba cuando salías a pasear? Te puedo contestar: veías embarazadas por todas partes. ¿Cuál es la explicación? Tu embarazo, ¿ha tenido un efecto multiplicador en el número de embarazadas de tu zona? Sólo hay dos explicaciones posibles:

a)     El universo selecciona embarazadas de toda la galaxia y me las envía a mi barrio en total sincronía con mi paseo diario

b)     Llevo ‘gafas de embarazada’ y sólo veo embarazadas, bebés, anuncios de bebés, carritos de bebés, etc.

  1. El universo y los Twingos

¿Te has comprado un coche alguna vez? Me gusta poner el ejemplo de el Twingo, por ser un coche un tanto extraño. Incluso si fue este modelo, que no era el que tenía la mayoría de gente, ¿qué paso al primer día de conducirlo? Te puedo contestar de nuevo: te cruzabas constantemente con tu modelo de coche. De nuevo, sólo hay dos explicaciones posibles:

a)     El universo selecciona Twingos de toda la galaxia y me los envía a mi ciudad en total sincronía con mi recorrido diario

b)     Llevo ‘gafas de me-he-comprado-un-Twingo’ y sólo veo Twingos

  1. El universo y las muletas

¿Qué pasaba cuándo salías a la calle? También sé la respuesta: no parabas de ver gente con muletas. Sólo puede haber dos motivos:

a)     El universo selecciona lesionados de toda la galaxia y me los envía a mi barrio, a mi trabajo e incluso al cine al que voy el fin de semana.

b)     Llevo ‘gafas de lesionado’ y sólo veo gente con el pie enyesado, con muletas o con silla de ruedas.

En todos los casos estarás de acuerdo en que la respuesta correcta es la b). Efectivamente, hasta cierto punto, la realidad no existe como tal, sino que depende de las gafas que llevamos. Antes de tu embarazo ya te cruzabas con exactamente el mismo número de chicas que igual que tu ahora, estaban embarazadas. Simplemente ahora las ves porque llevas las gafas que detectan embarazadas. En física cuántica diríamos que tus gafas te permiten ver en las misma frecuencia de onda, y de todos los estados posibles de la realidad, como observadora, creas uno.

gafas color de rosaPues bien, estoy convencido que la clave para el éxito en la vida no esta en si es posible o no, sino que está en cuán probable es. El éxito es una cuestión de probabilidades, y hay gente que va por la vida incrementando las probabilidades de éxito, de manera constante y con persistencia. De la misma manera, hay gente que decrementa las probabilidades de éxito también con una constancia asomborosa. En ambos casos, la clave son las gafas que visten. Es decir, la actitud. Y de la misma manera que tu escojes las gafas, has aprendido en el capítulo 6 a decidir que actitud tomas ante las realidad tienes delante de ti.

Muy probablemente no puedes influir en la marcha de la economía mundial, ni siquiera nacional. Pero hay gente que día a dia, minuto a minuto, incrementa las probabilidades de que los negocio le vayan mejor. Casi a diario, y seguramente porque llevo mis gafas de soy-formador-en-actitudes-de-alto-rendimiento, encuentro ejemplos cotidianos. Hace unas semanas me dirigía Andorra desde Barcelona, para dar una sesión al día siguiente. Antes de cruzar la frontera paré en un restaurante para comer algo. Algo rápido y ligero, pues era tarde y no quería una digestión larga ni pesada. Transcribo el diálogo:

–   Buenas noches

–   Grmgrmgrm (sonido gutural presuntamente de bienvenida, emitido por el único hombre al otro lado de la barra, mientras miraba fijamente al televisor)

–   Podría tomar un bocadillo pequeño y un café con leche

–   Grmgrmgrm (sonido gutural presuntamente de aceptación del pedido e incluso, pensé en aquel momento, que de cierta empatía)

Entonces el hombre entró en la cocina y, a los pocos segundos, con medio cuerpo todavía dentro de la cocina y la otra mitad suficientemente fuera para como para que yo lo viera, sosteniendo un enorme panecillo, siguió la conversación:

–   Grmgrmgrm  (sonido gutural presuntamente de oferta de producto y captación del feedback del cliente potencial, muy potencial por la información recabada hasta el momento y el escaso número de competidores en la zona)

–   La mitad será más que suficiente, si es tan amable

wifiEsto provocó un cambio en su actitud, y por fin medió palabra:

–   Si quiere uno, pues uno. Si quiere dos pues dos. Pero medio, no puede ser

–   Ningún problema señor. Aquí tiene el código de la wifi, a la que podrá acceder sin problemas desde su habitaciónCreó que no hace falta explicar si la historia acabo en un cliente satisfecho o en la pérdida de uno potencial. Al llegar al hotel de Andorra, casi a la medianoche, comenté al recepcionista que me resultaba crítica una conexión a Internet. Era un chico joven de apenas 20 años.  Transcribo de nuevo la conversación

–   Gracias. Por cierto, me gustaría pedirle una habitación silenciosa, pues tengo problemas para dormir (siempre duermo fatal en los hoteles).

–   Veo que tiene una reservada en la planta primera. Este hotel es muy tranquilo, de todas maneras, se la cambiaré por otra en la planta sexta. Además me aseguro de que dé a la parte trasera y que no esté al lado de ningún ascensor.

(Subo a la habitación y no me funciona Internet)

–   Buenas noches, estoy ha en mi habitación y no consigo conectarme a la wifi

–   Explíqueme que error le favor favor

–   Vamos ver, soy informático, y le digo que la wifi no funciona o el código es incorrecto … (tono de cliente presuntamente insatisfecho que ha dejado de ser amable para pasar a ser desagradable)

–   No se preocupe señor. Le doy mi password de la red privada. Tome nota …

(diez minutos más tarde)

–   Buenas noches, vuelvo a ser yo (frase de por si estúpida pero suficientemente clara por el contexto)

–   Le ha funcionado

–   No. De lo contrario no estaría llamando (tono de cliente presuntamente nada y claramente a punto del colapso)

–   No se preocupe señor. Subo en un momento

Al minuto el chico estaba en mi habitación. Tomo los mandos. Le tomó veinte minutos, pero se fue dejándome conectado y satisfecho.

Varias preguntas me vienen a la cabeza:

–   ¿Cobraba más este chico que el camarero (o quizá dueño) del bar?

–   ¿Era el recepcionista más bien pagado de Andorra?

–   ¿Era intrínsecamente atractivo estar en la recepción de un hotel, atendiendo a clientes en algunos casos desagradables?

Claramente la respuesta es no. El camarero (insisto, o dueño) del bar, invitaba a irse. El recepcionista a quedarse. El primero perdió una venta. El segundo gano un cliente. Uno llevaba el modelo de gafas gris, y el otro el rosa. Y lo más importante: sea cual sea la situación económica, al primero le irá peor que al segundo. Si la crisis acaba en el año X, para el camarero durará hasta el X+1, mientras que el recepcionista la recibirá al X-1.

Escrito por: Lluís Soldevila

Mentalidad emprendedora universal. Yelospa y Unnado, start ups turcas

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Me he propuesto no tirar de tópicos en esta sección, y no hablar de lo fantásticas que son las crisis pues son épocas de oportunidades, ni de cómo se escribe ‘crisis’ en japonés (está compuesta por los caracteres 危=”peligro” y 機=”oportunidad”). Pero me encuentro esta semana en Turquía de reuniones, y en el coffee break pasó algo que me gustaría compartir.

 

En mis sesiones suelo comparar los idiomas de diferentes países, pues me demuestran repetidamente que el lenguaje de un país o cultura denota su actitud. Siempre pregunto si hay algún inglés nativo en la sala para que me diga como es ‘éxito’. ‘Success’ responde el nativo o la mayoría de asistentes. Después pregunto cómo es ‘fallo’ y de nuevo el nativo y la mayoría del auditorio responden “failure”. Finalmente pregunto por la traducción de “fracaso” y aquí es cuando la mayoría de la sala, al ver que responderían de nuevo “failure”, esperan la respuesta del nativo, si lo hay. Y el nativo, responde de nuevo “failure”. Y efectivamente es “failure”, puesto que no existe traducción para el “fracaso”. ¿Acaso los anglosajones no fracasan? Quien haya tenido la suerte de vivir en estas culturas, y especialmente si lo ha hecho en EEUU, sabrá que no. Sabrá que no necesitan una palabra específica para definir el fracaso. Sabrá que para ellos, nuestro “fracaso” no existe. Sabrá que si un profesional ha “fracasado” esto le es valorado. Evidentemente, el “fracaso” debe ir acompañado de un aprendizaje. En resumen, ellos no “fracasan”, sólo fallan. Creo que estaremos de acuerdo en que no se trata sólo de un matiz lingüístico, sino de toda una declaración de intenciones implícita.

 

Y fue en este coffee break de ayer, que hablando de la crisis me dijeron que aquí en Turquía no tienen crisis. O no la quieren tener. “Aquí decimos …” y me soltaron una frase en turco. Al traducírmela no pude más que pensar: ya tengo material para mi siguiente post. La frase traducida al castellano decía: “en tiempos de crisis hay quien llora y hay quien vende pañuelos”. ¿Hay algún lector que en su idioma no reconozca esta cita? Se trata de un tópico, lo sé, pero en este contexto resulta relevante.

 

Así pues mi pasión por los idiomas y las palabras o frases  que usan y no usan (¿se han preguntado por qué no existe traducción al castellano del verbo inglés “commute”?) volvía a darme la razón. La mentalidad emprendedora existe. No importa el país, el idioma o la religión. A ver mi reacción de sorpresa, los asistentes empezaron a contarme historias de éxito sobre la emprendeduría turca.

 

¿Nunca han pensado que sería una buena idea un lugar donde ir a echar la siesta? Algo como un spa pero para siestas. La idea ya está tomada, se llama www.yelospa.com y opera en Nueva York. Su fundador es Nicolás Ronco, de origen turco.

 

¿Se pueden facturar 8 millones de euros con una inversión de 7.500 euros? Esto es lo que va a facturar www.unnado.com , una web de ventas rápidas con un enfoque muy claro: las embarazadas compran diferente. Así opinan  Goktug Okan Oguz y Haldun Uraz, y así lo demuestran sus cifras.

 

Vuelvo a casa contento, sabiendo que hablen como hablen, en todas partes existen los vendedores de pañuelos.

 

Escrito por: Lluís Soldevila